PALABRAS IMBORRABLES

Los epitafios son las palabras más sinceras que podemos encontrar en el mundo. Cuando no tienes nada que perder, ya que la muerte se adueña de todo tu ser, te permites el lujo de decir lo que quieras. Es una libertad de expresión algo complicada. “Fui amante de la soledad, ahora estamos más unidos que nunca.” es lo que elige Ricardo Omar Chávez García, aun vivo, como vecino para la eternidad.

El rey de los clásicos no podía pasar desapercibido “Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito el hombre que respete estas piedras, y maldito el que remueva mis huesos." William Shakespeare no lo hizo como lucimiento literario, sino como prevención del descanso eterno, ya que en la época era común sacar los cuerpos de sus tumbas y quemarlos para reutilizar el espacio liberado.

"Ya decía yo que ese médico no valía mucho." Miguel Mihura, escritor de comedias, eligió una frase ingeniosa y burlesca para un momento crítico. El tono jocoso para este tipo de situaciones se utiliza bastante, incluso el humor negro se plasma en los mármoles moribundos. Pero en este caso, que es el más general, los epitafios han sido escritos por familiares de los que se despiden del mundanal ruido:

“Aquí descansa Enrique Juvenales (1969 - 1993) Buen Esposo, Buen Padre, Mal Electricista casero"
“Gustava Gumersinda Gutiérrez Guzmán 1934 - 1989 - Recuerdo de todos tus hijos (menos Ricardo que no dio nada)"
“Aquí descansa mi querida esposa Esperanza García 1973 - 1997 Señor recíbela con la misma alegría con que yo te la mando"

Infinitas maneras para despedirse del mundo.
En mi caso optaría por:

“Me seguiré riendo hasta en el infierno”